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La peña más dicharachera de toda la ciudad

Comentarios acerca de Euskadi -1-, by Enrique Meneses

Comentarios acerca de Euskadi -1-, by Enrique Meneses Artículo sacado de la bítacora de Enrique Meneses y que se puede encontrar también en periodista digital titulado Euskadi ante su espejo

Es curioso ver el número de comparaciones que se han intentado hacer para demostrar que lo que pretenden los nacionalistas vascos es absolutamente normal. Si es el caso de Irlanda del Norte, el Ulster, se olvidan decir que los unionistas protestantes quieren seguir siendo británicos mientras sus adversarios, los católicos quieren su propia unión pero con el resto de Irlanda. Asemejar Sinn Fein con Herri Batasuna y a ETA con el IRA es pura fantasía. Otro intento de confundirnos es hablarnos del independentismo de Québec. Este resto de la presencia francesa en los vastos territorios de Norteamérica, con un acento que dificulta muchísimo la comprensión a un ciudadano del hexágono, disfruta de una prosperidad obtenida gracias al conjunto de lo que conocemos como Canadá. Nadie impide los lazos entre Québec y Francia, la antigua metrópoli. Hoy en día, la querencia de los tramperos franceses del río San Lorenzo, es una Francia mucho más desarrollada culturalmente y con mayor peso económico en el concierto de las naciones del llamado Primer Mundo. No estoy diciendo que Québec forme parte del mundo en vías de desarrollo. Está en primerísima línea pero es evidente de que disfruta de un mercado mucho más vasto que su propio territorio o su antigua metrópoli. Sus políticas lingüísticas están obstaculizando el uso del inglés en vez de promocionar el bilingüismo absoluto con dos idiomas de vasta presencia internacional.

El País Vasco no se parece a Québec en el hecho del orgullo que siente la provincia canadiense de ser francófona y hasta francesa. Los expertos en heráldica del país vecino, se forran buscando antepasados a los quebecquois y dibujando escudos de armas si es posible con la flor de Lis en uno de sus cuartos. Los vascos no quieren saber nada de Francia ni de España. Nos referimos a los vascos de la península porque los de Iparralde tienen por todas sus ciudades, monumentos al soldado caído por Francia en las dos guerras mundiales. Escuchan lo que se dice al sur del Bidasoa pero solo para saber qué pueden sacar de provecho. Que la lengua, olvidada y dividida en las llamadas siete provincias vascas, se ha ido unificando y codificando pero estamos hablando de una lengua, en gran parte, reinventada y de unos apellidos vascos que ahora son chilenos, argentinos, venezolanos o estadounidenses. Pasé un par de días con los pastores vascos del Estado de Idaho, cerca de la frontera de Nevada, y a la mayoría de ellos les tenía que hablar en inglés porque habían rechazado el castellano y se limitaban a un vascuence rudimentario y desde luego de reducidísima área de utilización. Al Comisario de Policía Urresti de Boise, la capital de Idaho en 1965, le tuve que entrevistar en inglés pero, lo más extraordinario, es que ¡no sabía el eusquera! Era monolingüe y su único idioma era el inglés al ser hijo de un pastor vasco llegado a los EE.UU. a principios del siglo XX.

Del ejemplo de separatismo Checoslovaco, la gente que busca similitudes con lo que quiere Euskalerría, se olvida que ese país era un artificio nacido del desmembramiento del Imperio Austro-Húngaro (1920-23). Hay minorías que habitan más allá de sus fronteras naturales en toda Europa Central y así vemos como Hitler se aprovechó de grandes comunidades alemanas situadas fuera de las fronteras de Alemania, como los Sudetes. Quien pidió separarse de la unidad checoslovaca, fue la parte más pobre, pensando que así tendría más oportunidad de prosperar y alcanzar a los checos en PIB y desarrollo. Las pocas décadas que había durado la amalgama permitió el parto sin dolor de Eslovaquia. Pero Bratislava está lejos de ser una capital tan importante como Praga. Vizcaya, Álava y Guipúzcoa llevan unidas entre sí menos de lo que los tres territorios llevan unidos al resto de los españoles: 500 años. Y esa España, que toma su nombre de un invasor romano, odiado en su día pero al que debemos muchísimo, se ha construido con una ayuda importantísima y hasta decisiva, con los vascos y los navarros, y vice-versa.

En las elecciones que tenemos este fin de semana, el PP y el PSOE se han enfrentado al dilema de ilegalizar o no a EHAK (Partido Comunista de las Tierras Vascas) en sus siglas en eusquera. Dicen Mariano Rajoy, Acebes y Zaplana que el PSOE no quiere ilegalizar el partido que apoya la antigua HB por razones electoralistas. No explican en qué los votos de ese 10% de la población abertzale se va a desplazar hacia Patxi López y el PSE. Desde luego lo que no les cabe en la cabeza es que al ilegalizar EHAK –partido legalmente inscrito como tal en 2002, cuando Ángel Acebes admitió esta formación en el registro correspondiente, siendo él Ministro del Interior—los votantes de HB, ahora se vuelquen a favor del PP. El gobierno de Rodríguez Zapatero sabía que Ibarretxe reclamaba que no se ilegalizase a EHAK, ni a ninguna de las formaciones antecesoras, porque para el nacionalismo vasco le venía bien adoptar esa actitud solidaria con un partido independentista. No le ha hecho ni puñetera gracia al lehendakari que los votos que podía haber cosechado (con la ilegalización), ahora queden fuera de su autoridad directa. Que Rajoy y sus colegas no hayan comprendido eso, demuestra que están cegados desde el 11-M.

El PP, pide hacer algo que el Tribunal Constitucional ve imposible de hacer. El atajo que Aznar, por prurito legalista, condenaba en el GAL, ahora lo quiere aplicar a un partido inscrito legalmente en tiempos de gobierno PP cuando no se les exigió que condenasen la violencia de ETA. Claro que Rodríguez Zapatero sabe que HB y Otegui han fagocitado EHAK pero si se pudo ilegalizar la formación anterior (Aukera Guztiak), especialmente diseñada para sustituir a HB, el caso del Partido Comunista de las Tierras Vascas no sabía que HB sería ilegalizada en virtud de una ley que todavía no existía. Pero la actitud del PP de Mariano Rajoy es la de crispar, creyendo que volverán a obtener los réditos de 1996. Por lo pronto en Euskadi, los populares no van a obtener mejores resultados por mostrar una intransigencia que muchos vascos reprochan, sin demasiado fundamento, al resto de España. Cualquier atisbo de frentismo constitucionalista perjudicará a los dos partidos sucursalistas. Y si no, esperamos al Domingo por la noche.

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